
No podemos seguir celebrando al café si ignoramos al productor. Si la industria del café quiere crecer con integridad, sus eventos públicos deben mejorar. Esto significa dar voz a los caficultores, recompensarlos justamente por su tiempo y experiencia, y reconocer su lugar no solo en la cadena de suministro, sino también en la narrativa cultural del café. Hasta entonces, estos festivales seguirán siendo encuentros discriminatorios enfocados en marketing, ventas y narcisismo de redes sociales, y eso es un trago muy amargo que no encaja con el concepto de café de especialidad.