Sorprendentemente desde entonces, Ruanda ha disfrutado de fuertes tasas de crecimiento económico, creando nuevas perspectivas comerciales y sacando a muchas personas de la pobreza. Gracias a un gobierno eficiente que trabaja activamente para desarrollar la economía y reformar los sectores financieros y empresarial, el café de Ruanda se ha convertido en un actor muy importante, contribuyendo significativamente a los ingresos de divisas y a la monetización de la economía rural. En 2019, la agricultura representó el 29% de la economía de Ruanda, y el café representó un tercio de estos ingresos, con el 75% de la población total trabajando en el sector agrícola.
Los caficultores de Ruanda planifican su cultivo en función del calendario anual de las estaciones seca y lluviosa, pero el cambio climático ha hecho que los patrones antes predecibles sean erráticos y extremos. Las inundaciones torrenciales arrastran un suelo volcánico rico en nutrientes, mientras que las sequías prolongadas evitan el crecimiento de microorganismos necesarios para reponerlo. Sin nutrientes o agua constante, las plantas de café luchan por crecer y se estresan, produciendo menos granos cada año o mueren por completo. Los agricultores recurren a los costosos fertilizantes sintéticos, que reducen sus ganancias y pueden contaminar los ecosistemas locales.
Además del drama geográfico y climático, debemos agregar el drama logístico. El año pasado en medio de la pandemia, hubo bastantes problemas para conseguir estos abono sintéticos irremplazables en estas condiciones para la producción de café, lo que incidió aun más, en una cosecha muy pequeña este año.
Esperamos que la situación mejore en Ruanda para la próxima cosecha, los cafetos ya comienzan a florecer y las fotos que recibimos son como menos esperanzadoras.
Disfruta tu café de Ruanda!