Hoy, hay cerca de 5.000 cooperativas agrícolas en todo el país, y de estas, 421 corresponden a cooperativas de pequeños caficultores, con un total de 570.824 miembros activos. El movimiento de cooperativas busca la generación de riqueza, seguridad alimentaria y empleo, lo que en definitiva se traduce en reducción de la pobreza; pero la cruda realidad es muy diferente. Salvo contadas excepciones, debido a la descarada corrupción y mala administración de muchas juntas directivas, estos objetivos están lejos de cumplirse, y los caficultores se han visto afectados disminuyendo sus ingresos de manera tal, que muchos han dejado de cultivar café y la gran mayoría están muy decepcionados del cultivo.
En nuestro reciente viaje conocimos casos, en los que el administrador de la coop al final de la temporada señalaba que después de vender todo el café (a un precio razonable), se habían deducido los gastos y los caficultores debían dinero a la cooperativa!!! Lo que también significa que para la presente campaña no hubo dinero para fertilizantes, abono, pesticidas, capacitación, etc. Generando una espiral negativa de destrucción la que será casi imposible salir, a menos que estos caficultores dejen el café por otros cultivos.
Podemos comenzar a generar el cambio destacando aún más la trazabilidad, dando a conocer el nombre de aquellas cooperativas que estén haciendo un buen trabajo; podemos generar relaciones más directas, viajar al origen, etc; Y más importante, saber siempre cuánto reciben los caficultores por Kg de cereza que venden a la cooperativa donde compramos el café. Un optimo en este origen es: KSH100/Kg de cereza, esto es, USD1 por Kg de cereza.